36. El Mahdî: particularidades chiitas

El Mahdî expresa una profunda esperanza de los chiíes. Como indican muchos hadices así como fuentes históricas [1], Muḥammad había anunciado realmente el descenso de 'Isa Al-Masih a la tierra (probablemente a Jerusalén, en el Monte de los Olivos). Esta esperanza que no se cumplió seguía animando a 'Alî y a sus seguidores. Sin embargo, en el año 660, Mu'awiya, gobernador de Siria, instaló el poder omeya en Damasco. Muy pragmático, no tenía nada que ver con la esperanza que aún animaba a la familia del Profeta. 'Alî, yerno y primo de Muḥammad, fue asesinado en el año 661 y su hijo Hassan, que le sucedió, fue envenenado nueve años después.

Hussein, otro hijo de 'Alî, reanudó la guerra con los seguidores de la familia del Profeta, los llamados chiitas [2], y fue muerto en la batalla de Karbala (680). Mientras que los califas omeyas desarrollaron una especie de proyecto religioso universal (el actual islam suní era aún poco reconocible), los chiíes derrotados desarrollaron la creencia en un Imâm oculto, o en un Mahdî oculto descendiente de 'Ali, como respuesta al fracaso de sus esperanzas terrenales. El Imâm “es un comisario de confianza de Alá, nombrado por Alá. Él es el Signo de Alá y Su lugarteniente en la tierra” [3]: por lo tanto, debe llevar pronto un estado ideal de sumisión (= islâm). Ausente o escondido entre los hombres, este personaje duplica la figura islámica de 'Isa, en una perspectiva más política.

En 1979, a los pies de la Kaaba, el saudí Qahtani se autoproclamó Mahdî y provocó una insurrección, que fue sofocada con sangre. Alrededor de 2005, se extendió en Irán la idea de que el duodécimo imán había aparecido diez siglos antes en el pueblo de Jamkarân, cerca de la ciudad santa de Qom. El primer acto de Mahmud Ahmadineyad (presidente iraní de 2005 a 2013) fue financiar la infraestructura y la ampliación de la mezquita [4]. Según él, “toda persona puede hablar con el Imán [oculto]” [5]. En la ONU, declaró en 2012: "Dios nos ha prometido que un hombre de bondad, amante de la gente y de la justicia absoluta, el Imam Mahdi, un hombre perfecto, vendrá en compañía de Jesucristo y de los justos [...] Traerá un futuro eternamente brillante a la humanidad, no por la fuerza ni por la guerra, sino por el despertar del pensamiento y el desarrollo de la bondad en todos. [...] Traerá una primavera que pronto llegará a todos los territorios de Asia, Europa, África y Estados Unidos” [6]. En realidad, se trata de un proyecto de dominación política chiíta del mundo.

Jesús, que es, recordémoslo, Hijo-Ibn y no hijo-walad de Dios, anunció algo que es sencillo e infinitamente razonable, tanto en sí mismo como en comparación con las imaginaciones sobre el fin de los tiempos que llenan las librerías chiíes (y también suníes): vendrá sobre las nubes del cielo, trayendo al mismo tiempo el juicio de los impíos y la vivificación de los justos. Dice: “Te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado esto a los sabios y a los inteligentes y por haberlo revelado a los pequeños. Sí, padre, porque ha sido tu deseo. Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo quiere revelarlo” (Mateo 11:25-27).